Estamos acostumbrados a poner una fecha concreta o esperar a que pase un momento específico como, por ejemplo, vacaciones de navidad, verano, un cumpleaños… para comenzar un cambio en nuestra alimentación. Pensamos que hacer dieta nos va a llevar un esfuerzo extra que nos va a impedir disfrutar de la familia, los amigos, las salidas fuera de casa… y esto nos lleva a alejar cada vez más ese momento de “comenzar a hacer dieta”.
No nos paramos a pensar que “hacer dieta” es mucho más que seguir a rajatabla ese menú semanal que nos ha preparado nuestra nutricionista, o que si no lo cumples tu nutricionista te tendrá preparado un castigo en el cual estará involucrado tu comida favorita… Esa dieta puede ser mucho más que ese papel, puede ser el comienzo de un buen aprendizaje, una buena relación con la comida, de disfrutar tanto de la comida como de la vida social, de llegar a la cena de navidad y empezar a desmentir mentiras sobre alimentación que siempre dice el que todo lo sabe.
Pues la respuesta es igual de sencilla que de complicada: “Cuando realmente estés dispuesto hacer ese cambio”.
Para ello hay factores que tienes que tener en cuenta, pero uno de los más importantes es la MOTIVACIÓN, ya que este es el motor que te ayudará a conseguir más fácilmente tu objetivo. Cuantas veces hemos dicho “El mes que viene empiezo a andar” y al final llega el mes y se ha pasado sin que salgamos ni a dar un paseo. Por ello es importante fijarnos un objetivo a corto plazo, para demostrarte que puedes hacerlo, y que es mejor dar pasitos pequeños y llegar más despacio que dar pasos de gigante y haberte dejado mil cosas sin hacer por el camino.
Los meses de otoño pueden ser un buen momento de comenzar para aquellas personas que se propongan nuevos retos después de verano, y que estén motivados y con las pilas cargadas para empezar a hacer cambios en su vida y en sus hábitos.
Eso puede ser una buena idea si lo piensas justo en mitad de las navidades, si tienes ese pensamiento en septiembre u octubre hay muchas posibilidades de que no empieces después de Navidad o que, si tu objetivo es el verano, no llegues como tu pensabas.
Recuerda que todo depende de la persona y que tu nutricionista te va a ayudar en todo lo que necesites, pero puede que el proceso sea más lento de lo que imaginas, y que al final todo el trabajo realizado durante meses se vea afectado por la pérdida de motivación y la frustración.
Las vacaciones, los eventos o la vida social no son un impedimento para conseguir un objetivo, siempre que sepamos gestionarlos adecuadamente. Recuerda que la comida es solo un aspecto más de la vida social, no es el único ni mucho menos el más importante.
Dietista | Nutricionista
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