Muchos hemos escuchado en alguna ocasión que el intestino es nuestro segundo cerebro, pero no siempre se indaga bien en este asunto, o no tenemos claro el porqué nos genera tantos beneficios.
Nuestro intestino no es solo el sitio donde se almacenan los “desechos” de nuestro cuerpo, sino que todas las bacterias y microorganismo que viven allí tienen un papel fundamental a nivel inmunológico: por lo que si el intestino funciona bien, nuestro cuerpo va a combatir las enfermedades de mejor manera que si no lo hace, siendo así un riesgo frente a padecer enfermedades.
Por otra parte, estos bichitos que viven en nuestro intestino, y que conforman la famosa microbiota, también son capaces de regular la función del cerebro frente a cuadros de ansiedad, estrés o enfermedades neurodegenerativas. No solo nos avisa de cuando tenemos hambre, sino que influye en el estado de ánimo y en el comportamiento, por lo tanto, influye en nuestro bienestar y salud general. También ayuda a digerir los alimentos, absorber los nutrientes y producir vitaminas.
Es más relevante tener en cuenta la calidad de tu alimentación que la cantidad que ingieras de los alimentos (esto no significa que no haya que tenerla en cuenta). Con esto quiero decir que los alimentos que tienen la misma cantidad de calorías no tienen porqué ejercer el mismo impacto sobre el organismo. Por ejemplo, una fruta y un refresco pueden tener las mismas calorías, pero la calidad de cada uno es tan distinta y tienen efectos tan diferentes sobre la microbiota que la cantidad de calorías no significa nada.
El hecho de llevar una mala alimentación puede generar una inflamación en nuestro intestino, elevando la prevalencia a desarrollar distintas patologías.
Elegir una alimentación saludable para nutrir adecuadamente a nuestra microbiota es la mejor decisión que podemos tomar para poder gozar de buena salud, ya que lo que comemos va a condicionar la composición de la microbiota.
Dietista | Nutricionista
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